El intento de responder a esta pregunta nos lleva a entender el nivel de desarrollo que ha alcanzado esta tecnología y a desenmascarar la cara oculta de la matriz energética de, excepto casos aislados, la mayoría de los países.
Debemos adoptar 2 puntos de vista:
1) Generación solar distribuida (Red inteligente)
La generación solar distribuida es negocio para el consumidor y para la economía del país.
Para el consumidor, porque le permite generar su propia energía y comprar solamente a la empresa distribuidora si su demanda energética excede su capacidad de generación.
Para la economía del país, porque aumenta su soberanía energética e impulsa la creación de empleo (profesionales y empresas instaladoras y comercializadoras de equipos y sectores asociados).
2) Generación solar centralizada (Red convencional)
La generación solar centralizada es negocio para las empresas generadoras y distribuidoras de energía y para los partidos políticos.
Para las empresas generadoras y distribuidoras, porque continúan controlando el negocio de la energía.
Para los partidos políticos, porque obtienen financiación y retornos de parte de las empresas generadoras y distribuidoras de energía y porque es mucho más fácil “tranzar” con unos pocos que ponerse a trabajar en serio y a largo plazo creando un marco regulatorio que verdaderamente fomente la generación distribuida y beneficie a los ciudadanos y a la economía del país.
La ventaja competitiva de la energía solar es que se puede generar en el lugar en el que se consume, haciendo innecesaria la distribución y eliminando todas las pérdidas de energía que el transporte de la misma provoca.
Los esfuerzos deberían concentrarse en la instalación de sistemas distribuidos y la integración de la energía solar en entornos urbanos, desarrollando los mercados residencial, secundario y terciario.
Los altibajos sufridos en países europeos (el caso más representativo es el del sector fotovoltaico en España) que han dado preponderancia a los proyectos a gran escala, indican que no es el camino correcto y que solo beneficia a unos pocos.
El futuro de un sector de energía solar sólido y consistente claramente pasa por:
1) Un acotado número de proyectos puntuales de generación centralizada sobre suelo que no tenga ninguna otra utilidad y en zonas con niveles muy elevados de radiación solar (p.e.: zonas semidesérticas).
2) El estímulo a instalaciones sobre cubiertas y tejados de empresas y particulares.
3) El desarrollo de la generación distribuida por cuestiones de eficiencia energética y continuidad en el suministro (catástrofes, atentados terroristas, conflictos bélicos).
El último palo en la rueda que se han sacado de la manga partidos políticos y empresas generadoras y distribuidoras de energía son las muy elevadas “tarifas de acceso” que deben pagar quienes cuenten con un generador solar conectado a red.
Esto ha provocado que se llegue a situaciones surrealistas en las que se aplican multas a quienes generen su propia energía o que hacen más rentable continuar con el “status quo” de generación centralizada y distribución, en lugar de invertir en energía solar.
Lo realmente paradójico es que la mayoría de las infraestructuras que explotan las empresas de generación y distribución de energía fueron patrimonio del Estado en su origen.
Las empresas privadas o privadas con participación estatal que actualmente las operan ya han más que amortizado estas infraestructuras que recibieron.
Han hecho muy poco por modernizarlas y son reacias a invertir en redes de transmisión modernas interconectadas y equipos de medición bidireccional.
Lo que debe quedar muy claro es que el futuro del sector energético pasa por la eficiencia energética, la generación distribuida y la incorporación de energías renovables.
Estos deben ser los 3 objetivos a perseguir.
Si bien aparecen y aparecerán nuevos players, tecnologías, situaciones y configuraciones; las regulaciones o normativas deben propiciar el avance hacia esos 3 objetivos o no estarán cumpliendo su cometido.
Debe implementarse una regulación “ex ante” que deberá ir ajustándose “ex post” de acuerdo con la evolución del sector energético, el crecimiento de la generación distribuida y el grado de incorporación de energías renovables.
Para los países que se quieran poner a trabajar en serio para sus ciudadanos y su economía hay sobrados ejemplos de marcos regulatorios que se pueden tomar como punto de partida y adaptar a la realidad de cada país.
Por ejemplo, en el caso de la energía solar térmica el CTE (Código Técnico de la Edificación) español y en el caso de la energía solar fotovoltaica la normativa vigente en varios estados de EEUU.