En 1992, Argentina dividió el sector eléctrico del Estado en generación, distribución y transmisión y lo vendió a inversores privados.
Cuando la crisis económica de 2001-2002 sacudió al país y se devaluó la moneda, el gobierno temió por el costo político que tendría un aumento en el precio de la electricidad y en 2002 congeló los precios del gas natural y las tarifas de los usuarios finales.
La solución funcionó a corto plazo, pero frenó la exploración de nuevas fuentes energéticas y la inversión en mejoras de infraestructura por parte de los inversores extranjeros.
La extracción nacional de gas natural disminuyó, dejando instalaciones de generación eléctrica sin usar y crecieron las importaciones de energía.
Con la recuperación económica, la demanda de energía se disparó a un promedio del 5% anual desde 2003.
En 2004 se creó Enarsa, con la principal misión de explorar y extraer hidrocarburos, petróleo y gas natural; además del transporte y distribución de estos recursos. Sin embargo, los fallos de suministro siguen siendo un problema.
Argentina ha apostado fuerte por un recurso renovable: el agua. Este recurso representa alrededor del 35% de la electricidad por lo que es necesaria una mayor diversificación para evitar los problemas que acarrearía una fuerte sequía.
Aunque parezca mentira, por el desarrollo que ha tenido hasta el momento, Argentina es uno de los países del mundo con más potencial para las energías renovables.
Si Argentina se lo propone, podría suplir la totalidad de su consumo eléctrico con energías renovables, e incluso podría llegar a ser exportadora neta.
En el año 2006 se creó el marco regulatorio, con la sanción de la ley 26.190/06, otorgando a las energías renovables el carácter de interés nacional.
Se fijó, como objetivo para el año 2016, que la Argentina deberá alcanzar un 8% de generación de energía eléctrica a través de fuentes renovables.
Los números indican que en 2016 apenas se superará el 2%. Se alcanzará poco más del 25% del objetivo planteado.
En el año 2009, el gobierno nacional junto con Enarsa, la empresa pública de energía, lanzó el programa GENREN, que ofrecía comprar 1.000 MW de energías renovables mediante contratos fijos a 15 años.
En junio de 2010, luego de un exhaustivo análisis, se conocieron los ganadores y se aprobaron un total de 895 MW.
La mayoría de las ofertas fueron por energía eólica.
A pesar de que las zonas central y norte del país gozan de muchos días de sol al año que permitirían aprovechar numerosas aplicaciones de energía solar, se otorgaron tan sólo 20 MW para energía solar fotovoltaica en la provincia de San Juan.
La inestabilidad económica de las últimas décadas se contrapone con la previsible crisis energética en la que la Argentina viene hundiéndose, cada vez más rápidamente.
Con tarifas que no reflejan el verdadero costo de los recursos ni la necesidad de inversión y una política de subsidios que pronto llegará forzosamente a su fin, las energías renovables cobran un valor que nunca antes habían tenido.
La incertidumbre sobre la disponibilidad y valor de la energía en el futuro es una incógnita que solamente el Estado puede resolver con planificación energética e implementando políticas públicas en eficiencia energética y promoción de energías limpias.