Sin lugar a dudas el proyecto emblemático, en lo que a energía solar térmica se refiere es el sistema inaugurado el 9 de octubre de 2018 en el Hospital Militar Escuela Doctor Alejandro Dávila Bolaños de Managua.
Con una inversión de U$D 4,3 millones financiados a través de un préstamo blando de Oesterreichische Kontrollbank y Raiffeisen Bank International y con el apoyo de la Agencia de Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (UNIDO), y el Centro Nacional de Producción más Limpia de Nicaragua; esta instalación proporciona el 30% de la demanda requerida para la climatización y el 100% de la demanda de agua caliente (ésta última a utilizarse en diversas funciones operativas del hospital, tales como: higiene personal de pacientes y médicos, para aseo y preparación de alimentos en la cocina, para área de lavandería, entre otros).
El sistema solar fue instalado en un área de 4.450 metros cuadrados, está compuesto de 338 paneles solares térmicos y tendrá un impacto positivo en el medioambiente eliminando la emisión de más de 1.100 toneladas de dióxido de carbono cada año.
Es el segundo sistema más grande del mundo, el más grande en hospitales y único en Latinoamérica.
A pesar del incremento en el número de instalaciones, la energía solar solo representa un 1% de la matriz energética de Nicaragua.
Existe la sensación de que la toma de decisiones está más enfocada en el mercado y no como una cuestión de desarrollo.
La clave está en asociar el desarrollo de la tecnología solar con actividades económicas, establecer una relación entre recurso hídrico, energías renovables y seguridad alimentaria y basar en las energías renovables la adaptación al cambio climático.
Actualmente la energía solar aporta seguridad energética en contraposición, por ejemplo, al suministro de energía vía presas hidroeléctricas que depende de lluvias que están variando cada vez más en toda la región debido al cambio climático.
La diversificación de fuentes energéticas se vuelve indispensable y ha originado un crecimiento de inversiones en energía solar.
Esto ha sido posible por la contribución de los recursos públicos para apoyar el desarrollo de esta tecnología, por el compromiso político y por el papel llevado a cabo por la iniciativa privada.
En este sentido, es de destacar el trabajo que está realizando el BID en la región.
A pesar de los avances, la asignatura pendiente sigue siendo la integración energética en la región.
Una ampliación de las redes a nivel regional ayudaría a bajar los costos y una diversificación del suministro energético garantizaría mayor seguridad energética.
Todo lo que necesitas es Sol. Todo lo que necesitas es Sopelia.